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¿Qué es la conciencia emocional y cuáles son sus beneficios?

 

 

Todas las personas tenemos emociones, buenas y malas; sin embargo, lo que nos diferencia es la conciencia emocional que tenemos sobre ellas y la capacidad para gestionarlas. Cuanto mayor sea el conocimiento que tenemos de nuestras emociones y sentimientos, mayor será nuestra capacidad para controlar y gestionar las emociones negativas y los malos pensamientos. Por lo tanto, desarrollar esta habilidad es primordial para mejorar nuestra calidad de vida y nuestro bienestar emocional.

 

La conciencia emocional es el despertar a la inteligencia emocional: ese primer escalón donde identificar y delimitar esa bruma que hay detrás de nuestros estados anímicos para asumir el control y sentirnos más competentes en nuestras vidas. Hablamos sin duda de una habilidad que todos deberíamos desarrollar, de una herramienta de poder con la que ser mejores gestores de las emociones propias.

Cabe decir, no obstante, que tal artesanía no es sencilla. La experiencia emocional es heterogénea, imprevisible y caótica a instantes. Todos nosotros nos hemos visto en alguna tesitura semejante. Atrapados en un lugar donde de lo único que somos conscientes es del malestar, e incluso, por qué no, del coste que soporta nuestra salud por esa amalgama de sensaciones internas que, como espinas invisibles, nos quitan el ánimo, nos boicotean y nos convierten en una sombra de nosotros mismos.

 

¿Qué es la conciencia emocional?

“La regulación de la emoción es un proceso complejo; ya que implica la iniciación, inhibición o modulación del propio estado o comportamiento en una situación determinada” (Cole, Michel & Teti, 1994)

La regulación de las emociones es un pilar básico en la vida humana, ya que una mala gestión puede impedir que nos adaptemos a los obstáculos de la vida diaria. Para facilitar nuestra adaptación a la sociedad, conviene tener una buena comprensión de nuestras emociones y regular la forma en la que reaccionamos a los sucesos de nuestro día a día.

La conciencia emocional es uno de los pilares básicos de la inteligencia emocional; y se refiere al conocimiento de las propias emociones y de las emociones de los demás. Afirmamos que una persona tiene una gran conciencia emocional cuando es capaz de reconocer e identificar las emociones que está experimentando y dar respuesta a ellas a través de su comportamiento o de su actitud.

La práctica de la inteligencia emocional permite:

  • Mejorar nuestra adaptación a las situaciones adversas de nuestro día a día.
  • Identificar nuestras emociones y las razones por las que las sentimos.
  • Tener conciencia de cómo afectan las emociones que sentimos a nuestro rendimiento.
  • Saber vincular las emociones, pensamientos, sentimientos y acciones a la experiencia vivida.
  • Reconocer estados de ánimo y reflexionar sobre ellos para mejorar la toma de decisiones.

 

Ejemplos de conciencia emocional

En nuestra vida cotidiana podemos encontrar muchos ejemplos relacionados con el reconocimiento de nuestras emociones. Veamos algunos de ellos.

  • Imagina que debes hacer una presentación en público y que te empiezas a sentir ansioso, asustado, con un nudo en la garganta. En ese momento, sabes que tienes miedo de que las cosas no salgan como esperas.
  • Piensa ahora en el hambre de muchas personas en el mundo. ¿Qué emociones estás experimentando? ¿Dónde las sientes? ¿Qué pensamientos te suscitan?
  • La conciencia emocional también engloba el reconocimiento de las emocionales de los demás. Piensa, por ejemplo, en las personas que han perdido a algún ser querido debido al cáncer. ¿Cómo crees que se sentirán?
  • Por último, a un nivel más cotidiano, puedes ser conscientes de cómo se sienten las personas a tu alrededor cuando haces un comentario ofensivo.

Los niveles de la conciencia emocional

Una de las mejores habilidades que podemos trasmitir a nuestros niños es la capacidad de adquirir una auténtica conciencia emocional. Facilitar que desde bien temprano puedan reflexionar sobre sus emociones, darles nombre y canalizarlas a su favor, les permitirá sin duda ser más competentes socialmente e incluso académicamente.

 

Para comprender mejor esta dimensión ahondaremos ahora en esos niveles que la conforman y que a su vez, forman parte de la escala “Levels of Emotional Awareness” (LEAS) creada por los psicólogos Lane y Schwartz.

 

  • Reconocer la sensación. Toda emoción genera un impacto fisiológico del que tomar conciencia. Puede haber, por ejemplo, un cambio en nuestro ritmo cardíaco, tensión en nuestro estómago…
  • ¿Qué tipo de respuesta me genera? Las emociones cumplen una función adaptativa, algunas nos invitan a la acción por su gran poder energético. Identifiquemos la orientación que le da la emoción a su propia energía.
  • Identifica la emoción primaria. Toda sensación, todo estado anímico parte de una emoción primaria que saber identificar en el momento presente. ¿Siento rabia? ¿Estoy triste? ¿Me siento enfadado?
  • Emociones detrás o combinadas con la emoción primaria. Este paso requiere sin duda mayor profundidad, delicadeza y ante todo valentía. ¿La razón? Aceptar las emociones negativas no es sencillo. Detrás de una emoción primaria hay todo un ovillo de nudos, todo un laberinto de rincones oscuros que hay que saber iluminar, reconocer y definir. A veces, tras la tristeza lo que hay es frustración, rabia y decepción. En ocasiones, tras mi enfado está el demonio de un dolor persistente por algo no conseguido, algo perdido o no resuelto.

 

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