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¿Eres muy exigente contigo mismo?

 

 

Ser exigente con uno mismo no es algo malo, el problema es que cuando esta actitud se lleva al extremo pueden aparecer algunos problemas con el entorno, incluso, es posible llegar a hacerse daño a uno mismo. Las personas que son demasiado auto-exigentes son personas que por lo general no se permiten fallar y acostumbran a mantener una vara muy alta en cuanto a su desempeño. Quieren hacerlo todo bien, y la consecución de sus objetivos o el cumplimiento de sus tareas les produce satisfacción en la medida que se arraigan más al pensamiento de la exigencia.

En otros casos, el hecho de ser muy exigente con uno mismo implica que uno no reconozca su propia valía o que se subestime, lo cual puede traducirse en problemas de autoestima y por ello sienten inseguridades. Como consecuencia, una persona que es muy exigente consigo misma, sufre en el terreno emocional cuando no se lleva un equilibrio correcto entre lo que es la exigencia y el permitirse fallar o bajar un poco la guardia.

 

Cuando alguien exigente es consciente de sus fallos y se da cuenta de que no puede conseguir lo que se proponía, se siente mal, se culpa, se castiga y se machaca por dentro. Esta actitud no beneficia, sino que genera sentimientos negativos como la insatisfacción. Una insatisfacción fruto de unos propósitos no siempre del todo reales. Es por ello tan importante aceptar que el error es parte del día a día y que no siempre saldrá todo como esperamos.

La exigencia desmesurada genera estrés y ansiedad. Una persona exigente busca permanentemente la perfección. No conseguirla le crea insatisfacción, una emoción tóxica que lleva a la infelicidad. Además, suelen mostrarse susceptibles y sensibles a las críticas, ya sean constructivas o destructivas. Por ejemplo, no soportan que alguien les diga cómo hacer las cosas.

El origen de esta intransigencia generalmente está asociado a un problema de autoestima, a no aceptarse como uno es. El primer paso será, por tanto, aprender a respetarnos, es decir, a querernos como somos, con nuestras virtudes y defectos.

 

Para dejar que la exigencia se convierta en un problema, habrá que cambiar las prioridades y aspiracionesEn lugar de perseguir la perfección, uno debe ser consciente de cuáles son sus limitaciones y también percatarse de las limitaciones de los demás.

Muchas personas proyectan sus exigencias en los demás causando problemas emocionales. Hay padres que frustran la felicidad de sus hijos exigiéndoles continuamente que sean perfectos. Esto genera en los niños un sentimiento potencial de culpabilidad e inseguridad ya que sus progenitores les hacen sentir que nunca cumplen con las expectativas y se sienten, además, incapaces para hacerlo.

 

 

¿Te consideras una persona demasiado exigente y esto te está pasando factura con los demás? Empieza a confiar más en ti mismo y sigue estos consejos para gestionar mejor la autocrítica y cultivar la tolerancia contigo mismo:

1. Descubre qué emociones te hacen ser tan crítico

La autocrítica generalmente va asociada a una serie de emociones y de pensamientos negativos sobre uno mismo. Por ello, debes desenmascarar todas esas críticas intentando descubrir qué intentan mostrarte tus emociones o cuáles son los miedos que mueven todas esas críticas. Y es que, conocer lo que realmente se esconde detrás de la autocrítica, es la mejor forma de empezar a plantarle cara a la autoexigencia desmedida.

 

2. Acepta también el fracaso

Otra de las claves para vencer la autoexigencia es estar siempre preparado para recibir el fracaso en cualquier momento. Y es que, ser demasiado exigente puede generar la falsa percepción de que nos prepara ante un posible fracaso, pero en realidad, genera en nosotros el efecto contrario.

3. Aprende a relativizar

Si deseas ser menos exigente exigente contigo mismo, debes también empezar a relativizar los problemas y no tomártelo todo como si de una verdad absoluta se tratase. Para ser menos exigente con uno mismo es necesario distanciarse de los propios pensamientos y verlos como un simple contenido mental, y no como una verdad indiscutible y absoluta que se impone frente a todo lo demás.

4. Modifica tus expectativas

Esto es clave para no caer en la autoexigencia excesiva, puesto que cuando aceptamos  que nadie es perfecto y que buscando la perfección podemos encontrar la infelicidad, sólo entonces empezamos a ser capaces de superar la autoexigencia. Recuerda: Puedes marcarte metas alcanzables, pero debes evitar la perfección.

5. Despídete de los pensamientos negativos

Cuando somos demasiado exigentes con nosotros mismos y no nos permitimos un descanso puede que tengamos demasiadas emociones y pensamientos negativos sobre nosotros mismos. Pero aunque te resulte insoportable pensar que nada de lo que hay en ti es perfecto, debes luchar porque esos pensamientos negativos no se apoden de ti, es decir, creer en ti, porque todos tenemos nuestros valores, capacidades y grandes habilidades que nos hacen únicos.

En este sentido, debes aprender a tomarte con humor tus propios errores, incluso, sería bueno que hicieras un esfuerzo racional para no ser tan crítico y exigente contigo mismo. Y es que, empeñarse en las emociones negativas y no apostar por las positivas, es algo que nos aporta muy poco y que nos hace mucho daño a nivel personal.

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2 comentarios en «Autoexigencia y Autocrítica»
  1. Gracias por estos envíos tan edificantes.
    He dejado de ser tan autoexigente transitando una TCC. La comencé x el miedo excesivo a los resultados de estudios de control.
    De ahí seguimos con mis exigencias y perfeccionismo. Aflojé bastante. Lo q nunca hice es ser exigente o influenciar a los demás.
    Gracias! Gloria.

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